miércoles, 23 de abril de 2014

SEMANA INTENSA


Semana intensa y poco santa.

Algo que florece:




Algo gaditano en mitad de Madrid:




Algo delicado en mitad de un patio:




Algo que, en mitad de ese mismo patio, espero me de semis de coliflor morada:




Algunas patatas sembradas. Para comerlas con huevos estrellados.




Un lugar donde comí muy bien:



Y bebí mejor:



El brontosaurio del último día con mis amigos:






Con mi pan recién horneado:




Y las semis, mis semis, brotando con muchas ganas de vivir. 
Como yo. 
Albahaca, guindillas y lotus:








Viva la vida!!!

viernes, 18 de abril de 2014

GABO





Al otro lado del río, Macondo.
Y los Buendía.

José Arcadio, Úrsula, Aureliano, Arcadio, Amaranta, Rebeca, Pietro, Pilar Ternera, Garineldo, Aureliano José, Santa Sofía de la Piedad, Fernanda del Carpio, Petra Cotes, Fernanda, Aureliano el Triste, Aureliano Centeno, Amaranta Úrsula, Mauricio Babilonia...tantos...

Y, entre tantos, Remedios la bella y el trocito que más me impresionó del libro que más me ha gustado. 

Remedios, la bella, se quedó vagando por el desierto de la soledad, sin cruces a cuestas, madurándose en sus sueños sin pesadillas, en sus baños interminables, en sus comidas sin horarios, en sus hondos y prolongados silencios sin recuerdos, hasta una tarde de marzo en que Fernanda quiso doblar en el jardín sus sábanas de bramante, y pidió ayuda a las mujeres de la casa. Apenas habían empezado, cuando Amaranta advirtió que Remedios, la bella, estaba transparentada por una palidez intensa.

-¿Te sientes mal? -le preguntó.
Remedios, la bella, que tenía agarrada la sábana por el otro extremo, hizo una sonrisa
de lástima.


- Al contrario -dijo-, nunca me he sentido mejor.


Acabó de decirlo, cuando Fernanda sintió que un delicado viento de luz le arrancó las sábanas de las manos y las desplegó en toda su amplitud. Amaranta sintió un temblor misterioso en los encajes de sus pollerinas y trató de agarrarse de la sábana para no caer, en el instante en que Remedios, la bella, empezaba a elevarse. Úrsula, ya casi ciega, fue la única que tuvo serenidad para identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced de la luz, viendo a Remedios, la bella, que le decía adiós con la mano, entre el deslumbrante aleteo de las sábanas que subían con ella, que abandonaban con ella el aire de los escarabajos y las dalias, y pasaban con 
ella a través del aire donde terminaban las cuatro de la tarde, y se perdieron con ella para siempre en los altos aires donde no podían alcanzarla ni los más altos pájaros de la memoria.

Gabriel García Márquez. Cien años de soledad


Fantástico esto del Realismo Mágico de nuestro Gabo, el mejor de entre todos.





martes, 1 de abril de 2014

QUERENCIA ALARGADA





Quererte como si no hubiera mundo.
Poder quererte de otro color, pintada de blanco, de azul, de rojo o de negro,
en otra dimensión de las querencias.
Quererte en vertical, ahusado 
pero sin hilos, milímetros ni curvas.

Querencia alargada que, de pronto, 
se convierte en una fina línea horizontal,
apaisada
espaciosa
anchurosa
holgada
vasta y amplia, 
tan emborronada
que se prolonga,
se estira, se dilata,
se confunde, 
se extiende prorrogando sucesos.
Y, a menudo, hasta consigue escapar deslizándose entre mis dedos
sin yo poder retener
ni uno solo de los granos de la arena de su playa.

Alargado y en vertical, 
para que yo, quizá,  pueda alcanzarle...


(Foto: Un instante alargado de querencia)